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Las líneas de colectivo de la capital del país trabajan sin medidas de control y abandonadas a su suerte. La Organización Mundial de la Salud advierte sobre los peligros de enfermedades ocasionadas por el desgaste físico y psicológico de los transportes públicos. De todas maneras, ningún Gobierno se ha hecho cargo de este grave problema social. Los tutores de las líneas continúan con sus actividades anormales a pesar de las fuertes denuncias de abuso.

Es de carácter urgente, el ingreso de gran parte de la flota activa, a un programa intensivo de autoayuda, para superar el ultraje y las vejaciones a las que son sometidos por parte de choféretros y dueños de las líneas, en adelante, proxenetas del transporte.

Desde la era stronista (*), familias enteras de colectivos son obligadas a trabajar en la ilegalidad. Explotados por proxenetas que lucran ofreciendo los servicios de desvencijadas unidades, sin dotarles siquiera de la asistencia básica que exige la OMS, para salvaguardar la dignidad y salubridad de estos trabajadores sociales que no cuentan con seguro contra terceros ni inspecciones de rutina.

La Asociación de microvíctimas, que reunía a todos los micros para hacer fuerza común y pelear por sus derechos, fue hábilmente desarticulada por el entonces Presidente del país, aquel ingeniero civil (*) cuyo nombre se prefiere omitir, a menos que tengan a mano un testículo, una teta o madera que tocar, para evitar la yeta.

Todas las donaciones y fondos recibidos que debían ser destinados a la recuperación y el acondicionamiento de las unidades, fueron siniestramente saqueados por los cafichos de turno.

Días atrás,los colectivos enfrentaron una dura batalla con sus choféretros, que ahora también son sus proxenetas, quienes pretendían extender su vida inútil a treinta años más. Fue ahí que, en señal de protesta y como única opción, optaron por el lento suicidio que les permite su naturaleza: herrumbrarse cada día más.

Mientras tanto, los choféretros llegan cada vez más rápido y más furiosos debido a sus problemas de eyaculación precoz.

Pese al gravísimo estado en que se encuentran las unidades, sus cafichos las siguen obligando a facturar en las distintas esquinas que le son designadas, con el apremio de tener que acabar, en un tiempo estipulado con rigor.

Así levantan clientes, con el mal humor propio de quienes realizan trabajos forzados en condiciones precarias. Los despreciables proxenetas las obligan a trabajar sin considerar la importancia de la lubricación para estos menesteres. Incluso les exigen que entreguen sus culatas al mejor postor.

Los usuarios también corren serio peligro. No hay garantías mínimas de funcionamiento, higiene y seguridad. Temen perder el miembro extendido si no lo sacan a tiempo cuando el colectivo está llegando.

Los traslados orgiásticos que se experimentan a bordo, no son del todo satisfactorios para aquellos que no participan por su propia voluntad. Las tocatas y la incómoda intervención de los apoyadores, que aunque suene parecido no se confunda con un concierto de Bach, no son precisamente los eventos que alguien en su sano juicio buscaría, en medio de vendedores ambulantes, chiperas,“caballos locos” y el choféretro que exuda bilis bajo una sensación térmica de 50 grados.

Para los vilipendiados colectivos, el silencio de sus usuarios no sólo es devastador, sino cómplice. Las maltratadas unidades sólo pueden dejarse morir. Así, van soltando sus ruedas, astillándose los vidrios, agujereando butacas y debilitando su esqueleto, sin gozar de privilegios tales como el reemplazo de partes averiadas, debido a la avaricia e ignorancia, de quienes las someten a tal esclavitud.

Hacemos un llamado a la solidaridad: Por el bien de los micros (no se refiere a los pequeños ni a los microbios), se necesita con urgencia la abstinencia total del uso de éstos. Es esencial que tal medida sea acatada por todos sus usuarios, con el fin de evitar el suicidio colectivo.

(*) Fuente: http://elriodeheraclito.wordpress.com/2011/03/19/la-problematica-del-transporte-publico-de-pasajeros-desde-una-vision-historicista/